lunes, 29 de noviembre de 2010

Momento de oración en el ADVIENTO



“No queremos hermanos que os aflijáis como los que no tienen esperanza”. ( 1Tes.4,13).

San Pablo reconfortó con estas palabras a la Comunidad de Tesalónica que se enfrentaba a una gran duda de fe. Algunos miembros de la comunidad habían muerto y los creyentes se preguntaban por su destino y tenían miedo de perderse la venida definitiva del Señor.

San Pablo, con estas palabras, nos reconforta también a nosotros poniéndonos sobre aviso del centro de nuestra fe: Cristo ha resucitado y nos llama a vivir una vida de resucitados y al encuentro pleno y definitivo con Él. El creyente tiene que vivir con esperanza porque si Cristo resucitó también nosotros resucitaremos con Él. Esta solidaridad con Cristo nos debe conducir a vivir en plenitud, a vivir con sentido.

Adviento tras Adviento, la Iglesia celebra y medita este misterio de la espera en el Señor.

Adviento tras Adviento, cada cristiano debe reflexionar cómo está preparándose para ese encuentro con el Señor.

La Salvación proporcionada por la Pascua de Cristo, convoca a la comunidad de creyentes la alegría y al optimismo. En medio de las dificultades y la aridez de la vida, Ven, Señor Jesús del Adviento es una imploración a no vivir afligidos, sino a vivir en esperanza. Con sentido de esperanza, vivimos este nuevo tiempo en nuestra Patria, en nuestras Empresas, en nuestras Familias, en nuestras Escuelas, Liceos y Universidades, en nuestros ambientes y en medio de nuestra sociedad.



Un Pregón para el ADVIENTO



Un día, hace mucho tiempo, tanto como llevan los hombres sobre la tierra, Adán el primer hombre, dijo que se separaba de Dios y le dio la espalda…Y comenzó a caminar por sus propios caminos, no por los que Dios quería.

Pero Dios aunque se molestó, no se molestó del todo y prometió visitarle, seguir siendo amigos.

Pasó mucho tiempo y Dios iba rehaciendo su promesa cada vez que los hombres le daban la espalda. Solían enviar a unos hombres llamados profetas, que recordaban a sus hermanos los demás hombres la promesa de Dios: “DIOS VENDRÁ, PREPARAOS Y CONVERTÍOS”. Este Mensaje lo tuvieron que repetir muchas veces…..



Un día llegó un profeta, que fue el último antes de la visita de Dios. Se llamaba JUAN BAUTISTA, y empezó a gritar:

¡QUE SE ACERCA YA, QUE YA VIENE. CONVIÉRTANSE!



Y FUE Así. En una noche, que no sabemos muy bien cuándo ni el año, ni la hora,

DIOS NOS VISITÓ POR MEDIO DE SU HIJO JESÚS. Los sencillos, los hombres de buena voluntad le reconocieron y se hicieron amigos de Él y comenzaron a vivir como ËL les decía.

Desde este momento, cada vez que se acerca Navidad, muchos hombres y mujeres de todos los rincones de la tierra vuelven a ponerse en camino hacia Dios y abrir sus corazones a sus palabras.

Como nosotros, que escuchamos la voz de los profetas y que queremos disponernos a seguir el camino de los hombres y mujeres que buscan a Dios.

QUEREMOS ENTRAR EN EL TIEMPO DE ESPERA, EL ADVIENTO, Y EN EL TIEMPO DE LA ESCUCHA DEL DIOS VIVO.

Avivemos, hermanos, nuestra alegría, la paz, la reconciliación y la esperanza…

Y gritemos, pregonemos y oremos con el deseo de acoger a Dios.

¡Viene Dios! Ya está a nuestra puerta.



PRECES

Quizás se nos ha endurecido el corazón, se nos ha hecho de piedra. Te necesitamos, Señor.

Ven, Señor, no tardes.

Llevamos caminos fáciles que conducen al egoísmo. Te necesitamos, Señor.

Ven, Señor, no tardes.

Nos entran ganas de ser dioses, de vivir al margen de ti. Te necesitamos, Señor.

Ven, Señor, no tardes

Escuchamos sólo lo que nos interesa y tu palabra se nos hace difícil. Te necesitamos, Señor.

Ven, Señor no tardes más.

Necesitamos escuchar, hoy y siempre, el mensaje de la salvación, la buena noticia de tu regreso, la verdad de tu presencia. Te necesitamos, Señor.

Ven, Señor, no tardes.



Oración para preparar la navidad

Dios del Universo, que te has hecho presente entre nosotros por medio de tu Hijo Jesús de Nazaret; cuando él vino a este mundo llenó de alegría a su Madre la Virgen María, hizo encontrar vigor a los desvalidos, ayudó a recuperarse a los ciegos y vida a los muertos.

Al preparar ahora de nuevo su venida, queremos participar de esta alegría mesiánica; por eso concédenos tu gracia para luchar sin tregua por la salvación de todos, para disipar los temores y proclamar el tiempo de gracia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Texto y Composición: Pbro. Ángel Yván Rodríguez Pineda.


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