VIGILIA PASCUAL 2024
Felices
Pascuas a todos
¡Feliz Pascua
de Resurrección! Celebramos la obra suprema del amor de Dios Padre hacia su
Hijo Jesús, muerto y resucitado. Las mujeres que estuvieron junto a la cruz,
encuentran al día siguiente el sepulcro vacío. “Quieren despedir al muerto y
encuentran a Cristo Vivo”. En este día miramos serenamente el rostro del
Resucitado. En él “lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que
es la Vida, triunfante se levanta”. Este misterio y este mensaje son la
credencial del discípulo de Cristo en su peregrinar cristiano.
La
Resurrección es la respuesta del Padre a la obediencia del Hijo. “A este Jesús
Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos. Con toda seguridad
conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías” (Hech 2,32.36). Dios
Padre confirmó con la resurrección la vida y la obra de su enviado Jesucristo
que “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos
por el diablo porque Dios estaba con él” (Hech 10,38). Su Espíritu
penetra lo oculto de la historia como la levadura en la masa, como la sal en la
comida, como la luz en la oscuridad, y nos llama a aspirar a los bienes de
arriba, y a dejar la corrupción y mentira para actuar con sinceridad y verdad.
Cristo,
“constituido Señor por la resurrección, obra ya por virtud de su Espíritu en el
corazón del hombre, purificando y robusteciendo también aquellos generosos
propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia
vida y someter la tierra a este fin”[1].
Su resurrección revela que podemos amar más allá de la muerte y vivir
haciendo el bien. Así lo están haciendo tantos cristianos martirizados. La
resurrección es un mensaje de esperanza en una sociedad que busca pretextos
para la violencia que siempre degrada la dignidad de la persona y pone al
descubierto nuestra fragilidad y la dificultad de construir la paz.
Al Resucitado
lo encontramos en la lucha diaria en favor de la vida, en el compromiso con los
pobres y en el afecto con quienes comparten generosamente lo que tienen. Él nos
precede en las personas ignoradas de nuestros tiempos porque no son
rentables para determinados intereses ideológicos y económicos. El Señor nos
envía para ofrecer la alegría pascual del amor fraterno. ¡Manifestemos la nueva
vida en nuestros pensamientos limpios, en nuestras palabras llenas de
verdad, en nuestras decisiones honestas! El hombre que ha perdido la esperanza,
encuentra en el Señor Resucitado la luz y el vigor para reavivarla, sabiendo
que una realidad mejor es posible, fundamentada en al amor a Dios y al prójimo,
venciendo la pasividad, la indiferencia y el egoísmo.
¡El sepulcro
estaba vacío! Ahora nuestra misión es creer y anunciar el evangelio de la
alegría. La contemplación de Cristo resucitado nos ayuda a dar sentido a la
vida y a la muerte, y a ver con mirada de fe los acontecimientos. ¡”Que todo el
mundo experimente y vea como lo abatido se levanta, lo viejo se renueva y todo
vuelve a su dignidad original por Cristo de quien todo procede”! De esto son testigos
muchas personas que cuidan a los más desfavorecidos, curan a los enfermos, se
hacen presentes en el mundo del sufrimiento y de la marginación, trabajan por
la justicia y anuncian la salvación de Dios. Jesús Resucitado es la piedra
angular del nuevo edificio que acoge a una sociedad justa y fraterna. Con su
resurrección nos ha revestido del hombre nuevo.
Desde nuestra
comunidad parroquial, hago llegar con nuestra oración la felicitación pascual a
todas las familias, en especial ancianos e impedidos. También con la alegría
que nos da Cristo resucitado, saludo con afecto pastoral a los jóvenes, especial lo que han asistido a
la semana juvenil, a todos los grupos de apostolado, gracias por su apoyo
incondicional, y a todos los que en su silencio nOs dieron su ayuda material.
¡Feliz Pascua de Resurrección del Señor!
[1] Gaudium et
spes, 35.
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