¿Qué
significa rezar: “padre nuestro”?
– Descubrimos
“en germen” las grandes realidades del Cristianismo: La Paternidad de Dios,
Jesucristo, el Espíritu Santo, el reino, la gracia, nuestra filiación divina,
la fraternidad, el perdón…
– Experimentamos de alguna manera la presencia
del Padre que nos ama, y nos estremecernos al saber que es el mismo Padre que
está en los cielos, el Dios trascendente y soberano, el que nos ha incorporado
por puro amor y gracia a su familia…
– Sentimos en el
alma la presencia de Jesús, el Hijo de Dios, gracias al cual somos hijos de
Dios en Él, con Él y por medio de Él.
– Percibimos de
algún modo la acción del Espíritu Santo, que “nos hace exclamar: ¡abba, Padre!”
(Rm 8,15) y nos guía hacia la Casa del Padre.
– Nos sentimos vinculados a la familia de los
hijos de Dios, compartiendo y haciendo nuestras las alegrías y las penas, las
esperanzas y sufrimientos de todos para aliviarlos y liberarlos de todo lo que
los hace sufrir.
– Descubrimos la dignidad de ser hijos del
Padre, la responsabilidad de vivir nuestra filiación divina y la misión de
construir la fraternidad en el mundo. –
Nos sentimos vacilantes como un niño, al
pronunciar “abba” y, al mismo tiempo, seguros porque este abba nos quiere, nos
ha tomado de la mano y podemos apoyarnos en Él.
– Sentimos la certeza ante la duda, la fe ante
la incertidumbre, la alegría consoladora de la Resurrección ante la amenaza
sombría de la muerte.
– Pedimos perdón de nuestros pecados al Padre
que nos ama y nos perdona, y nos comprometemos a perdonar y construir un mundo
reconciliado, fraterno, agradable y humano, en el que desaparezcan para siempre
las guerras, la violencia…
¡Que no la
recemos por mera costumbre! ¡Qué oremos siempre con confianza y gozo!
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