miércoles, 6 de julio de 2011

ESTRÉS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES




ESTRÉS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES
Pbro. Ángel Yván Rodríguez P.



            A pesar de que se ha relacionado el estrés con los adultos –más del 15% de la población sufre de algún trastorno de ansiedad a lo largo de la vida-, parece que no solo es inherente a los mayores. Los últimos datos disponibles señalan que entre 6% y un 20% de los niños y adolescentes de 9 a 17 años también padecen de ansiedad.
            En la patología mental diagnosticada, después de los trastornos de comportamiento, como sucede en los adultos, el estrés es más frecuente en niñas que niños. Además, alrededor de la mitad de los niños y adolescentes afectados sufren un segundo trastorno de ansiedad u otro trastorno mental o de comportamiento, como la depresión. Estos males pueden desarrollarse junto con otros problemas de salud físicos  que necesitan tratamiento.
            Los expertos aseguran que el  9% al 15% de los menores, entre 7 y 11 años, que acuden a las consultas de atención primaria, reúnen criterios de trastornos de ansiedad  generalizada, separándolos por: estrés postraumático, fobias y trastorno obsesivo compulsivo.
            Los resultados de investigaciones señalan una gran estabilidad diagnóstica para trastornos como la fobia, ansiedad social y estrés postraumático. Por el contrario, esta estabilidad disminuye en los casos de ansiedad generalizada y el trastorno de pánico. Los expertos apuntan que estos dos últimos son más difíciles de diagnosticar.
            Aunque todos los niños sienten ansiedad y temor en algún momento de su vida –al separarse de sus padres cuando aún son pequeños, por un examen, cuando aprenden a dormir a oscuras-, si esta inquietud interfiere en su vida cotidiana es necesario consultar con un especialista. Es el experto quien debe discernir entre los miedos que son inherentes a determinadas etapas evolutivas del niño y otros problemas que son trastornos en sí.
            Sufrirlos, sin tratamiento, devalúa la calidad de vida de los niños y adolescentes. Algunos estudios asocian, incluso, la ansiedad en edades precoces a depresión y a trastornos de conducta. La ansiedad sin tratamiento provoca baja autoestima, deterioro en las relaciones interpersonales, deficiente rendimiento escolar, falta de atención y mayor consumo de sustancias tóxicas.  Señalan, además, que sufrir ansiedad en la infancia es un factor de riesgo, que aumenta las posibilidades de desarrollar trastornos mentales en la edad adulta.
            Si los padres, responsables o allegados, detectan algún síntoma repetitivo relacionado con la ansiedad, deben acudir a una consulta para que el médico determine qué ocurre y, si fuera necesario, remitir al niño (niña o adolescente), por lo menos, a un especialista en salud mental. Sólo si se consigue un diagnóstico adecuado de esta enfermedad, se podrá comenzar el tratamiento apropiado. 

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