VISITACION DE LA VIRGEN
Tu casa es tu espacio vital, el lugar donde estás a gusto y
en paz, a donde te apetece llegar después de una jornada ajetreada, tu lugar de
descanso, donde nadie te molesta. Tu casa es como un templo, un lugar
tranquilo, tuyo, íntimo. Pues bien, a tu casa, a ti, llega hoy la Madre De
Dios, María. Celebramos la fiesta de la Visitación a su prima Isabel.
Celebramos que María quiere entrar en nuestra casa para traernos la Buena
Noticia de su Hijo.
Al igual que Isabel, también nosotros podemos
quedarnos sorprendidos: “¿quién soy yo para que me viste la Madre de mi Señor?”
Pero seríamos, a su vez, muy ingratos si no fuéramos capaces de recibirla en
nuestra casa, en nuestra intimidad.
En esta fiesta de la Visitación, recordamos que
tenemos una Madre en la fe que nos ayuda a encontrar a Jesús, pues donde está
la Madre, ahí está su Hijo. Por ello nos acogemos siempre a su intercesión,
siendo nuestro modelo de fe: “haced lo que Él os diga” nos dirá en las bodas de
Caná.
Si el cristianismo fuese una ideología, una
ideología no necesita a una madre, pero como el cristianismo es el encuentro
con la persona de Jesucristo, los cristianos necesitamos a la Madre para
encontrarnos con el Hijo.
Ven María a mi casa, visítame con tu amor de
madre, ayúdame a seguir a tu hijo para que mi alma también proclame “su
grandeza”, en la bella oración del Magníficat que hoy recordamos y “se alegre
mi espíritu en Dios mi salvador”.
La
coronación de la Virgen es para todos, una oportunidad de renovación de nuestra
vida cristiana y un nuevo aliento en esta siempre necesaria y actual aventura
de la evangelización. La figura de María es un icono precioso que hace
referencia a Cristo. La veneración de la santísima Virgen es un camino seguro
que nos lleva a Jesús. Ella, con su ternura de madre nos muestra cual es el
centro y el fundamento de nuestra fe, Cristo el Señor. Por eso, quedarse en
María es no haber entendido su misión.
Cristo es el centro de la
fe cristiana. El Hijo de Dios hecho hombre en el seno virginal de una mujer
nazarena que nos revela el verdadero rostro de Dios y su amor por el hombre.
Cristo revela el misterio del hombre al propio hombre, como nos enseña el
concilio Vaticano II. El es el hombre nuevo y el modelo de la nueva humanidad.
Esta coronación no tiene otro objetivo que honrar a María y en ella al mismo Cristo. Y no conozco otra forma más hermosa de honrar a la Madre que anunciando al Hijo. Este acontecimiento es y quiere ser un momento evangelizador. Que todos los que lo vean o sepan de él descubran o redescubran que Jesús es el Señor. Es una invitación a amarlo y a seguirlo. También la corona quiere ser un signo que anuncie por la belleza de su hechura y el amor de la que es expresión, la necesidad de una renovada evangelización.
Bajo tu protección nos acogemos,
santa
Madre de Dios; no desoigas las súplicas
que te
dirigimos en nuestras necesidades;
ante
bien, líbranos de todo peligro,
oh
Virgen gloriosa y bendita”.
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