CONTRA LA
PEREZA: DILIGENCIA
Pbro.
Ángel Yván Rodríguez Pineda
“Vé a
la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio” (Proverbios 6:6)
¡Nadie admite fácilmente que le falta energía o que
es perezoso! Sin embargo, Dios conoce mejor que nosotros mismos nuestras
predisposiciones y tendencias. Su Palabra, y especialmente el libro de los
Proverbios, contienen varias exhortaciones dirigidas al perezoso. ¡Tal vez
suenen con fuerza a algunos de nosotros!
¿No nos sucede que a veces nos dejamos tentar por
el abandono? Cierto, la pereza no siempre se manifiesta claramente. Puede
llevar varias máscaras; pero la Palabra de Dios las revela.
• Demora o remisión: Se deja para más
tarde las obligaciones sin interés o fastidiosas; pero es simplemente una forma
de pereza. Para eso, las buenas excusas no faltan: “El perezoso no ara a causa
del invierno” (Proverbios 20:4); prefiere remitir ese trabajo para una estación
más apropiada.
• Excusas: Cuando se trata de deberes
difíciles o desagradables, encontramos excusas. “Dice el perezoso: El león está
en el camino; el león está en las calles” (Proverbios 26:13).
• Lista falsa de prioridades; Primero emprendemos
las cosas fáciles y agradables, y luego las más difíciles; como el hombre que
sigue a los ociosos en lugar de labrar su tierra (Proverbios 28:19).
• Falta el tiempo: Nunca tenemos tiempo
para lo que no queremos hacer, aunque malgastamos mucho para las cosas
inútiles. “También el que es negligente en su trabajo es hermano del hombre
disipador” (Proverbios 18:9).
• Sin don: «¡No puedo cumplir esta tarea,
no estoy capacitado para ella!» Presentando esta excusa, muchos se preguntan
cuáles son los dones que el Señor les confió, en lugar de hacer simplemente lo
que él les pone en el camino.
Recordemos las palabras del apóstol Pedro, al
principio de su segunda epístola. Nos instiga a la diligencia en nuestra vida
cristiana.
“Vosotros
también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a
la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio,
paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto
fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os
dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo... Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra
vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro
1:5-10).
En Lucas 19:12-27, la parábola de las minas muestra
que el celo que tenemos por el Señor, y para cumplir las tareas que nos confía,
será recompensado en su tiempo. ¿No tenemos todos el deseo de oír que nos diga:
“Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad
sobre diez ciudades”? Entonces, tomemos a pecho su orden: “Negociad entre tanto
que vengo” (v. 17, 13).
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