LA
PRESENCIA ACTUANTE DEL ESPÍRITU SANTO
EN LA IGLESIA
Pbro. Ángel
Yván Rodríguez Pineda
Las promesas de Cristo se fueron cumpliendo tal como
él las había anunciado. En la cena
pascual, momentos antes del comienzo de su pasión, el Señor le promete a sus
discípulos enviarles el Espíritu Santo. Abogado. Paráclito. Defensor. Es
necesario que Jesús se vaya para que lo envíe. Jesús había sido para sus
apóstoles defensor y abogado. Ahora lo será el Espíritu de Dios.
El
Espíritu santo que obró en el seno de la Virgen María la concepción de
Jesucristo, obra también en pentecostés, el nacimiento de la Iglesia. Es en ese
momento en que el Espíritu se derrama sobre los apóstoles, cuando queda
constituida la Iglesia de manera plena. “No le dejaré huérfanos”. Y en verdad,
así fue. Desde la ascensión a pentecostés la presencia de maría, la Madre,
llena en parte el gran vacío de la ausencia del Señor. En pentecostés cada
apóstol se llena del Espíritu Santo. No hay orfandad. Hay presencia divina
permanente. La Iglesia estará asistida siempre por el Espíritu Santo. La
Iglesia es de Jesús y Jesús es de la Iglesia. No hay separación. No hay
alejamiento. No hay ausencias. No puede haberlas. La Iglesia es el Espíritu Santo, el Espíritu
Santo es la Iglesia. Tampoco entre ellos puede concebirse un alejamiento. No
puede haberlo.
La
Iglesia es querida por Jesús, fundada por él. La Iglesia es amada por Jesús. Y
la ama tanto que le dio y le da su vida. Le dio su vida en sacrificio cruento y
reparador. Le da su vida en sacrificio místico, eucarístico. Jesús ama a su
Iglesia hasta el extremo. Por amor a la Iglesia, Jesús le promete, le da el
Espíritu Santo. Promesa cumplida en pentecostés de una manera plena y
definitiva. Desde entonces la Iglesia ha experimentado la presencia del Espíritu
de Dios en los momentos ordinarios, en los tiempos difíciles. Todo lo santo que
la Iglesia ha realizado en veintiún siglos es obra del Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo dio fuerza a los apóstoles para que comenzaran, sin desmayo, la
predicación del Evangelio de Jesús. El Espíritu Santo dio valor a los mártires
para que entregaran sus vidas en testimonio de amor a Jesús. El Espíritu Santo,
iluminó a los Padres de la Iglesia para que expresaran con claridad, exactitud
la doctrina de la Iglesia.
En Pentecostés
conmemoramos el aniversario de la fundación de la Iglesia. Es Pentecostés, el
día del Espíritu, tiempo del Espíritu Santo.
Pentecostés inicio y permanencia de la comunicación entre el Espíritu
Santo y la Iglesia. Es la presencia actuante del Espíritu, un tiempo eclesial
de crecer y extenderse. Tiempo apostólico, misionero y vocacional. Tiempo de
santidad.