lunes, 16 de julio de 2018





NO OLVIDEMOS A LOS ENFERMOS….

                                                                      Pbro.Angel Yvan Rodriguez P.




            El hermano enfermo no sólo tiene el derecho del cuidado físico en su enfermedad, además tiene el derecho del cuidado y atención espiritual.
            En efecto, un gran gesto de amor, una actitud de caridad, algo importante que podemos hacer por un ser querido, o un hermano enfermo, es ayudarle con nuestras oraciones y cuidados espirituales.
            Así es, como los cristianos enfermos deben procurar en primer lugar cuidar su salud, nosotros somos creación del Señor, por tanto su patrimonio de Dios, por tanto tenemos el deber de cuidarnos la salud física y la del alma, y aprovechar la oportunidad de ofrecer los sufrimiento a Cristo.
            El cuidado de la salud de los hombres requiere la ayuda de sus hermanos, de sus familiares, de sus amigos, como también del resto de la sociedad en la cual viven, a fin de lograr las condiciones de calidad de vida que permiten crecer, estudiar, formar familia, formarse espiritualmente, como alimentarse, vestirse, tener vivienda, trabajo y jubilarse o  pensionarse.
 San Josemaría Escrivá, decía algo que interpreto así: “Si las cosas salen bien, alegrémonos y demos gracias a Dios, y si salen mal, alegrémonos por esta oportunidad de ofrecer al Señor la dulce carga de la Cruz de Jesús”.
            Debemos si tener cuidado de tener una actitud por un excesivo cuidado por conservar la salud, cuando esta se interpreta como una señal de egoísmo y falta de confianza en Dios.
            Mi padre me enseñó hace muchos años atrás, la necesidad de cuidar el cuerpo de manera razonablemente, porque no debemos olvidar que es templo del Espíritu Santo.
            Es así, como la vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios, razón importante para cuidar a los enfermos, teniendo en cuenta sus necesidades y la de los demás y el bien común. También es bueno recordar, que el hermoso don de la vida está en manos de Dios.
En efecto, el hombre no es dueño de su vida ni de su salud y perjudicarlas por desidia, falta de cuidado o negligencia es una ofensa a Dios, es así entonces que no debemos ser indisciplinados con los buenos consejos médicos, no tomar los medicamentos recomendados o hacernos el desentendido con ciertos síntomas que nos advierten de algún peligro de enfermedad.
            También me parece, que no debemos engañar a un hermano enfermo si está cerca de la muerte, no estaría bien decirle que todo anda bien y que no hay que preocuparse.
            Seamos misericordiosos con esto, ya que se trata de un tiempo que el enfermo debe aprovechar para que prepare al encuentro con el Señor, los últimos días de vida pueden ser decisivos para su vida eterna, es cuando el hermano enfermo debe recibir los Sacramentos de Penitencia y Reconciliación, esto es, la Confesión y la Comunión. Por otra parte no dejemos de lado, la Unción de los Enfermos, esta se debe recibir tan pronto se sepa que hay enfermedad, especialmente si es grave, en todo caso se debe explicar que este sacramento no es para pacientes desahuciados, es para entregarnos en las manos de Dios y decir que estamos abiertos a la curación, y dedicar este sufrimiento para llevar la cruz de la enfermedad con gracia y para nuestro bien.   
            Oremos entonces con y por los hermanos enfermos, lo podemos hacer con el rosario y otras oraciones, meditemos los pasajes del Señor, en los Evangelios.
            Recordemos que estamos con Nuestro Señor, con su Hijo Jesucristo, con nuestra Madre la Santísima Virgen. Ellos están siempre con el hermano enfermo.
Ayudar también al hermano enfermo a estar en gracia de Dios.
ORACIÓN DEL ENFERMO
¡Oh Dios!, de mi debilidad y mi fortaleza,
de mi tristeza y de mi alegría,
de mi soledad y compañía,
de mi incertidumbre y esperanza.
En la noche de mi enfermedad
me pongo en tus manos de Padre:
Alumbra esta oscuridad con un rayo de tu Luz,
abre una rendija a mi esperanza,
llena con tu Presencia mi soledad.
Señor, que el sufrimiento no me aplaste,
para que también ahora
sienta el alivio de tu Amor
                                               y sea agradecido a la generosidad                                             
de cuantos sufren conmigo.

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