EL DON DE LA FE EN LA COMUNIDAD PARROQUIAL
Una comunidad
parroquial es una comunidad de Fe, o mejor dicho es la comunidad que vive de la
Fe, la experimenta y la comparte. Pero ¿Qué es la fe?, ¿Cómo vive la FE una
Comunidad Parroquial?, qué hacer cuando la FE, en medio de una crisis puede
llegar a perderse? De entrada, no son preguntas fáciles de responder, pero en
este tiempo de Crisis es importante aclarar el significado de la FE para no
dejar de compartirla, pero sobre todo para no perderla.
¿Qué es la FE?
La FE es una
Virtud Teologal que nos conecta con Dios. “La fe es garantía de lo que se
espera; la prueba de las realidades que no se ven” (Hb 11,1).
La fe es un don
de Dios, una virtud sobrenatural infundida por él, “Para dar esta respuesta de
la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el
auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios,
abre los ojos del espíritu y concede a todos gusto en aceptar y creer la
verdad” (DV 5). La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre.
La fe es un acto
personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.
La FE por lo tanto es la respuesta del Hombre a la Revelación de Dios, con el
auxilio del Espíritu de Dios.
¿Cómo vive la FE
una Comunidad Parroquial?
Pero la fe no es
un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se
ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo.
l creyente ha
recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los
hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un
eslabón en la gran cadena de los creyentes.
Yo no puedo
creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a
sostener la fe de los otros. La Iglesia (presente en cada cristiano y en cada
Comunidad Parroquial) es la primera que cree, y así conduce, alimenta y
sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al
Señor. La FE se vive a través de los Sacramentos en una Comunidad Parroquial.
¿Qué hacer
cuando la FE, en medio de una crisis puede llegar a perderse?
El Catecismo de
la Iglesia Católica en el número 162 nos dice:
La fe es un don
gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S.
Pablo advierte de ello a Timoteo: “Combate el buen combate, conservando la fe y
la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe” (1
Tm 1,1819). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos
alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente (Cf.
Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe “actuar por la caridad” (Ga 5,6; Cf. SST
2,14-26), ser sostenida por la esperanza (Cf. Rom 15,13) y estar enraizada en
la fe de la Iglesia.
El Catecismo en
este número nos da unas pautas para vivir en comunidad nuestra Fe, y estas
pautas nos pueden ayudar a conservar la Fe en tiempos de Crisis; son cinco cosas
que podemos realizar para vivir, hacer crecer y preservar la FE:
Alimentarla con
la Palabra de Dios. Hoy más que nunca debemos recurrir a la Palabra de Dios.
Estudiar, meditar, orar con la Palabra de Dios nos dará la fuerza para vivir la
crisis.
Pedirle al Señor
que aumente nuestra Fe. De manera sencilla pero confiada podemos pedir al Señor
nos aumente la Fe como lo suplicaron muchos personajes que aparecen en la
Palabra de Dios. Esto lo podemos hacer a través de oraciones comunitarias.
Actuar por la
caridad. Cuando la Fe es compartida se acrecienta, el compartir con los más
necesitados fortalece nuestra Fe. A través de actos de caridad por medio de las
Obras de Misericordia fortalece nuestra Fe.
Ser sostenida
por la Esperanza. Es elevarnos, confiar en los bienes futuros, saber que el
mal, la enfermedad, la crisis no tienen la última palabra. Tener la certeza de
que tenemos un Dios que es Poderoso y que él no nos da más allá de lo que
pueden soportar nuestras fuerzas. Saber que Dios es Padre.
Estar enraizada
en la Fe de la Iglesia. Tener la certeza de que nos estamos solos, que somos
familia y que toda una Iglesia con su historia nos respalda. Debemos en estos
momentos estar más unidos a la Iglesia que es nuestra Madre.
Conclusión
La Fe explica lo
que la razón no puede explicar. La Fe sana lo que la medicina no ha podido
sanar. La Fe espera lo que humanamente ya no se puede esperar. La Fe alcanza lo
que con nuestra fuerza no podemos alcanzar.
Los que tienen
Fe se mantienen en pie cuando otros se derrumban, encuentran caminos cuando a
otros se les cierran, avanzan mientras otros retroceden, tiene fuerza para
seguir luchando cuando otros aceptan la derrota, tienen esperanza y creen en la
Eternidad cuando otros piensan que la muerte es el final de todo. Volver a la
Fe es dejar que un rayo de luz penetre en nuestras sombras, nos devuelva la
esperanza. Es reconocer nuestros límites y aceptar que necesitamos ser protegidos,
ya que somos capaces de creer, sobre todo creer en Dios que es Creador, Padre,
Amigo y Hermano. ¡Qué importante es la Fe!
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