NO OLVIDEMOS A LOS
ENFERMOS….
Pbro.Angel Yvan Rodriguez P.
El hermano enfermo no sólo tiene el derecho del cuidado
físico en su enfermedad, además tiene el derecho del cuidado y atención
espiritual.
En efecto, un gran gesto de amor, una actitud de caridad,
algo importante que podemos hacer por un ser querido, o un hermano enfermo, es
ayudarle con nuestras oraciones y cuidados espirituales.
Así es, como los cristianos enfermos deben procurar en
primer lugar cuidar su salud, nosotros somos creación del Señor, por tanto su
patrimonio de Dios, por tanto tenemos el deber de cuidarnos la salud física y
la del alma, y aprovechar la oportunidad de ofrecer los sufrimiento a Cristo.
El cuidado de la salud de los hombres requiere la ayuda
de sus hermanos, de sus familiares, de sus amigos, como también del resto de la
sociedad en la cual viven, a fin de lograr las condiciones de calidad de vida
que permiten crecer, estudiar, formar familia, formarse espiritualmente, como
alimentarse, vestirse, tener vivienda, trabajo y jubilarse o pensionarse.
San Josemaría Escrivá, decía algo que
interpreto así: “Si las cosas salen bien, alegrémonos y demos gracias a Dios, y
si salen mal, alegrémonos por esta oportunidad de ofrecer al Señor la dulce
carga de la Cruz de Jesús”.
Debemos si tener cuidado de tener una actitud por un
excesivo cuidado por conservar la salud, cuando esta se interpreta como una
señal de egoísmo y falta de confianza en Dios.
Mi padre me enseñó hace muchos años atrás, la necesidad
de cuidar el cuerpo de manera razonablemente, porque no debemos olvidar que es
templo del Espíritu Santo.
Es así, como la vida y la salud física son bienes
preciosos confiados por Dios, razón importante para cuidar a los enfermos,
teniendo en cuenta sus necesidades y la de los demás y el bien común. También es
bueno recordar, que el hermoso don de la vida está en manos de Dios.
En efecto, el hombre no
es dueño de su vida ni de su salud y perjudicarlas por desidia, falta de
cuidado o negligencia es una ofensa a Dios, es así entonces que no debemos ser
indisciplinados con los buenos consejos médicos, no tomar los medicamentos
recomendados o hacernos el desentendido con ciertos síntomas que nos advierten
de algún peligro de enfermedad.
También me parece, que no debemos engañar a un hermano
enfermo si está cerca de la muerte, no estaría bien decirle que todo anda bien
y que no hay que preocuparse.
Seamos misericordiosos con esto, ya que se trata de un
tiempo que el enfermo debe aprovechar para que prepare al encuentro con el
Señor, los últimos días de vida pueden ser decisivos para su vida eterna, es
cuando el hermano enfermo debe recibir los Sacramentos de Penitencia y
Reconciliación, esto es, la Confesión y la Comunión. Por otra parte no dejemos
de lado, la Unción de los Enfermos, esta se debe recibir tan pronto se sepa que
hay enfermedad, especialmente si es grave, en todo caso se debe explicar que
este sacramento no es para pacientes desahuciados, es para entregarnos en las
manos de Dios y decir que estamos abiertos a la curación, y dedicar este
sufrimiento para llevar la cruz de la enfermedad con gracia y para nuestro
bien.
Oremos entonces con y por los hermanos enfermos, lo
podemos hacer con el rosario y otras oraciones, meditemos los pasajes del Señor,
en los Evangelios.
Recordemos que estamos con Nuestro Señor, con su Hijo
Jesucristo, con nuestra Madre la Santísima Virgen. Ellos están siempre con el
hermano enfermo.
Ayudar también al
hermano enfermo a estar en gracia de Dios.
ORACIÓN
DEL ENFERMO
¡Oh Dios!, de mi
debilidad y mi fortaleza,
de mi tristeza y de mi
alegría,
de mi soledad y
compañía,
de mi incertidumbre y
esperanza.
En la noche de mi
enfermedad
me pongo en tus manos
de Padre:
Alumbra esta oscuridad
con un rayo de tu Luz,
abre una rendija a mi
esperanza,
llena con tu Presencia
mi soledad.
Señor, que el
sufrimiento no me aplaste,
para que también ahora
sienta el alivio de tu
Amor
y
sea agradecido a la generosidad
de cuantos sufren
conmigo.