miércoles, 26 de octubre de 2016

Lo que la biblia nos habla de la virgen María

P. Angel Yvan Rodriguez Pineda


El evangelio de San Lucas ha sido llamado como el “evangelio de María”, porque según el mismo autor ha investigado la vida de Jesucristo “todas las cosas desde su origen” (1,3), y la única persona que estuvo desde el principio de la vida terrenal del Santo de Dios fue su Madre.
Las cinco veces en que Nuestra Señora habla en los evangelios, son:
“María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón” (Lucas 1,34).
“María dijo: He aquí la esclava del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1,38).
“María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; santo es su nombre.
Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia.
De la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre.” (Lucas 1,46-55).
 “Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia” (Lucas 2,48).
“Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino…Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere” (Juan 2,3.5) 
En la oración del Magnificat se evidencia en María su amplio conocimiento en la Biblia, pues se calcula que hizo más de veinte referencia del Antiguo Testamento.  

Los siete dolores, llamados también siete eventos de su vida o las siete espadas que le atraviesan su inmaculado corazón, son:
a.   La profecía de Simeón en el Templo de Dios (Lucas 2,34-35).
b.   La huida de la Sagrada Familia a Egipto (Mateo 2,13).
c.   La pérdida del joven Jesús durante tres días en el Santuario de Jerusalén (Lucas 2,46).
d.   El camino de Cristo al Calvario (Juan 19,17).
e.   La crucifixión de su amado Hijo (Juan 19,18).
f.    La bajada de la cruz (Lucas 23, 50-53).
g.   La sepultura del Señor (Mateo 27,59-60). 
 ¿ES VERDAD QUE LOS CATOLICOS ADORAMOS A MARIA?
INTRODUCCION: ¡Cuántas veces no hemos escuchado a los evangélicos y demás cristianos  acusar a los católicos de   adorar a María como si fuera una  “Diosa”!.  Desobedeciendo así el primer mandamiento de la ley de Dios dado a Moisés en el monte  Sinaí,  que dice: “No tendrás otros Dioses a parte de mí”  (Éxodo 20, 3).
1. QUE ENSEÑA LA IGLESIA CATOLICA.
Existen tres clases de culto sagrado:
ADORACION (LATRIA): Es exclusividad de Dios:
-      “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor” (Deuteronomio 6,4).
-      “Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto” (Mateo 4,10).
VENERACION ESPECIAL (HIPERDULIA): Se le da a la Virgen María:
-      “El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le dijo: -¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo” (Lucas 1,28).
-      “- ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!” (Lucas 1,42).
-      “Porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y desde ahora siempre me llamarán bienaventurada todas las generaciones” (Lucas 1,48).
VENERACION (DULIA): A los Santos(as).
-      “Al hombre bueno se le recuerda con bendiciones” (Proverbios 10,7).
-      “El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2,17).
2. QUE RELACION EXISTE ENTRE MARIA Y LAS TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD.
María es la única criatura humana que tiene una estrecha unión con las tres personas de la Trinidad (Lucas 1,30-35). Ella es:
-      Hija de Dios Padre
-      Esposa de Dios Espíritu Santo
-      Madre de Dios Hijo.
3. QUE CUALIDADES MENCIONA LA BIBLIA DE MARIA.
-      La humildad, al contestar al celestial mensajero, la voluntad del Dios Altísimo: “Entonces María dijo: -Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según su palabra” (Lucas 1,38).
-      El privilegio de haber sido la mujer escogida para llevar en su seno al Unigénito de Dios: “Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas” (Lucas 1,49). De hecho, la primera persona en reconocer tan gran designo fue su prima Santa Isabel, cuando proclama llena del Espíritu Santo: “¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se movió de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!” (Lucas 1,43-45).
-      El haber guardado en su corazón durante treinta y tres años, la fatídica profecía que el anciano Simeón predijo, cuando su pequeño Hijo fue presentado por sus padres en el templo de Jerusalén: “Entonces Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús: - Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. El será una señal que muchos rechazarán, a fin que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma” (Lucas 2,34-35). Presagio que se cumplió en el santo sacrificio en el monte Calvario, cuando “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre” (Juan 19, 25).

-      La obediencia a Jesucristo, cuando en las bodas de Caná, les dice a los que están sirviendo el vino: “- Hagan todo lo que él les diga” (Juan 2,5).

viernes, 7 de octubre de 2016

Pbro. Ángel Yvan Rodríguez Pineda

MANIPULACIÓN DE EMBRIONES HUMANOS






            Con frecuencia demostramos nuestro asombro al escuchar o leer, a través de los medios de comunicación social, la condena a muerte de un ser humano. Nos impresiona saber que una persona, aunque haya sido el peor de los criminales, va a ser ejecutado. Sin embargo, a mucha gente le  parece “normal” que en algunos países de la llamada Unión Europea y en otras partes del mundo, se haya determinado abiertamente que los embriones humanos congelados sean condenados a muerte. Ya diversos laboratorios, de reconocida marca comercial a nivel mundial, gozan del llamado permiso “legal” para desarrollar, según el uso que se les quiera dar, el cultivo de embriones por un tiempo determinado en una probeta. Cuando tengan el tamaño que permita utilizar con provecho sus células estaminales, serán condenados, ejecutados y comercializados, conviertiendolos en “embriones de desecho”.
            La medicina y la ciencia, en su concepto,  avanzan vertiginosamente en la actualidad gracias a estos experimentos. Hasta se llega a la afirmación severa de que en pocos años, con estos avances, podrán ser curadas graves enfermedades degenerativas. Otros, por su parte, han dado públicamente gracias a los padres “donadores” de embriones por su acción generosa, por contribuir al bien de la humanidad y  al progreso científico técnico de la ingeniería genética.
            Ante este panorama, es necesario confirmar una verdad contundente: “El que guarda silencio y no puede defenderse, el más inocente en toda esta historia, muere”. Cada uno de los embriones que será utilizado por laboratorios de alto nivel, dejará de existir, terminará su vida, porque así otros lo han decidido. Toda su existencia se ha circunscrito a un entorno de injusticias. Primero, por haber sido concebido en un ambiente antinatural, fuera del seno materno. Segundo, por haber sido concebido siempre como “sobrante”, como alguien que valía “por si acaso” como material de emergencia. Tercero, porque fue congelado a unas temperaturas sumamente bajas y perjudiciales para su supervivencia, dejando al criterio de lo que otros (papás, científicos, laboratorios o empresas comercializadoras) decidiesen sobre su nefasto futuro.
            Nunca faltarán voces  que sacarán partido de estos momentos trágicos, para acentuar su crítica destructiva a los defensores de la vida humana y al respeto inalienable de todo ser humano en cada una de las etapas de su desarrollo. Siempre nos acusarán de ser enemigos de la ciencia y la experimentación. Nos declararán como aquellos que hemos impedido que miles y millones de enfermos alcancen su sanación. Más aún, nos despreciarán como Iglesia, simplemente por afirmar que todo embrión humano amerita respeto simplemente por ser lo que es: un ser humano. Es más, algunos de los que abiertamente promueven el relativismo moral y la indolencia ante el valor de la vida, nos estrujarán su opinión lasciva, diciendo que para qué tanto escándalo por la defensa de los embriones congelados, si ya el aborto provocado en algunos países es una realidad aceptada por muchos y amparada por entes gubernamentales. Ciertamente hemos llegado muy lejos, a un exacerbado desprecio del valor de la vida humana y la admisión de un avance de una ciencia sin conciencia, que fácilmente conduce a una derogación del valor inalienable de la dignidad de la persona desde su concepción hasta su último acto humano, que es la muerte.
           En lo que se refiere a los  miles de embriones congelados actualmente, lo indicado es la prohibición explícita del uso de cualquier técnica de reproducción artificial extracorpórea orientada al “cultivo” –o producción industrializada- en función de su futura manipulación comercial para generar “productos” medicinales y/o cosméticos para la demanda consumista del mercado.
            La declaración actual de la condena a muerte de los embriones congelados, es un momento triste para la humanidad, en su marcha hacia la cultura de la muerte, hacia el desprecio de la vida de unos para favorecer la vida de otros privilegiados. Ciertamente es una coyuntura triste para la humanidad tal panorama. Pero, sin embargo, es un “Kairós”, en el que no bastan las lágrimas y  los lamentos. Ha llegado la hora en la  que, como creyentes en el Dios de la Vida, tengamos gestos heroicos, voluntades firmes, para hacer algo por defender las vidas inocentes, para salvar a la ciencia con una dosis de ética, con una dosis de amor, que es el origen de la vida.