DEVOCION A LA
VIRGEN DEL CARMEN
Ntra. Sra. del Carmen La veneración a la Santísima
Virgen en su advocación de Nuestra Señora del Monte Carmelo, más conocida como
la Virgen del Carmen y cuya festividad se celebra cada 16 de julio, es una de
las devociones más extendida en los fieles católicos del mundo entero quienes
profesan con singular cariño a la Madre del Salvador bajo el título de esta
advocación mariana.
Significado de la palabra Carmelo
Carmelo es una palabra de origen hebreo que significa
“jardín” o “viña de Dios”. Por lo tanto la Santísima Virgen es el jardín en que
florece su amor maternal, y en donde cada pétalo es aroma de su profunda
santidad, la cual nos perfuma y nos conduce hacia Dios fuente de vida y
salvación.
Historia de la devoción
La historia de la devoción nace conjuntamente con la
fundación de la Orden Carmelita en Tierra Santa a finales del siglo XII, cuando
un grupo de peregrinos se establecen en Palestina específicamente en el Monte
Carmelo con la finalidad de estar en la tierra donde vivió el Redentor del
mundo para seguir sus pasos, y vivir “en obsequio de Jesucristo”.
Aquellos eremitas quienes vivían junto a la fuente del
profeta Elías, construyeron sus celdas y en medio de dichas celdas una capilla
dedicada a la santísima Virgen a quienes llamaban la “Patrona y Señora del
lugar”, demostrando con esto su amor a Ella y al mismo tiempo invocando su
auxilio y comprometiéndose a ser fieles a su servicio. Por tales motivos
aquellos ermitaños recibieron el título de “Hermanos de la Bienaventurada
Virgen María del Monte Carmelo”.
Este grupo decidieron dar carácter legal a su forma de
vida y recurrieron a San Alberto Patriarca de Jerusalén entre los años 1206 y
1214 con la finalidad que les redactara una fórmula de vida, el cual este santo
patriarca elaboró y entregó a estos eremitas naciendo de esta manera la Orden
del Carmen o Carmelita, orden religiosa que tiene su presencia en muchos países
del mundo. Esta regla posteriormente tuvo su aprobación por los Papas Honorio
III en 1226 y por Gregorio IX en 1229.
Con el paso de los años (se cree que fue en 1238
cuando comenzó el éxodo) los carmelitas tuvieron que trasladarse al continente
europeo debido a las guerras que se suscitaban en Palestina, adaptándose por
motivos de supervivencia a la realidad de Europa. Por tales motivos, acudieron
al Papa Inocencio IV para que adaptara aquella fórmula de vida redactada por el
Patriarca San Alberto de acuerdo a las exigencias del lugar. Aquel Sumo
Pontífice la adaptó y la convirtió en regla definitiva para la Orden del Carmen
el 01 de octubre de 1247 prevaleciendo hasta en la actualidad.
El Escapulario
escapulario carmelita-Durante el año 1251 la Orden
Carmelita estaba pasando por momentos de grandes dificultades y San Simón
Stock, Superior General de la Orden en ese tiempo, acudió a María Santísima
implorando su ayuda y de acuerdo a una antigua tradición la Reina del cielo
entregó el Santo Escapulario el 16 de julio de ese año, como señal de
protección y como parte del hábito que debe llevar todo carmelita y todo
aquello que profese su amor la Madre de Dios bajo la advocación de Nuestra
Señora del Carmen.
El Escapulario es la “prenda del cielo” como señala
una canción carmelita: “Viva María, viva el Carmelo, viva el Escapulario prenda
del cielo”; debido que la entregó la misma Madre del Redentor para todos sus
hijos, por lo tanto es el signo de su maternal protección, es el instrumento de
consagración y unión para con Ella de toda la familia carmelita: sacerdotes,
monjas, frailes, religiosas, cofrades y todo fiel laico, y es también el signo
de identificación como católico que debe ser fiel al Señor en todo momento aún
en las contrariedades de la vida.
Promesas a quienes lleven el Santo Escapulario
La Santísima Virgen hizo dos promesas a quienes usen
el santo escapulario: la primera quien se la hizo a San Simón Stock es “quien
muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno", y la segunda
según la tradición se la hizo al futuro Papa Juan XXII refiere el librar del purgatorio y llevar al
cielo el sábado después de la muerte a quienes hubiese llevado el escapulario.
Estas dos promesas no deben entenderse que el
escapulario de María es un instrumento mágico que nos va a llevar al cielo en
la hora de nuestra muerte sin poner de nuestra parte mientras estemos en el
mundo terrenal. El usar el escapulario es signo de compromiso de vivir acorde
al Evangelio, ser fiel a la voluntad del Señor, cumplir los mandamientos de
Dios y de la Iglesia. Por lo tanto el consagrarnos a María por medio del
escapulario significa que se debe vivir la fe católica y practicar los valores
cristianos en cada instante de nuestra existencia.
Devoción a la
Virgen del Carmen en Venezuela
La devoción a la Santísima Virgen María del Monte
Carmelo está muy extendida en los corazones de los fieles creyentes en muchos
países del mundo, y en Venezuela se tiene conocimiento que en el año 1620
existía en la ciudad de Cumaná un pequeño templo y un hospital bajo el nombre
de Nuestra Señora del Carmen, por lo que es una devoción que se propagó desde
dicha ciudad y por eso está muy arraigada en nuestro país.
Por tales motivos son muchos las calles,
urbanizaciones y barrios en Venezuela que tienen una imagen de la Virgen del
Carmen y tienen el nombre de Ella, son innumerables los hogares que tienen en
sus entradas o en el interior de las mismas un cuadro o imagen de la Santísima
Virgen bajo este título mariano, son muchos los templos y capillas dedicadas en
honor a esta advocación, además de muchas mujeres llamarse Carmen y de
innumerables hombres y mujeres que usan el escapulario. Es admirable como cada
16 de julio los templos dedicados ala Santísima Virgen del Carmen, están
repletas de fieles que acuden a demostrar su amor y veneración.
Que la devoción a la Santísima Virgen del Carmen
Nuestra Madre, nos haga ser fieles a Dios viviendo el Evangelio de Cristo, ser
practicante de las virtudes cristianas, ser amante de la Palabra del Señor y de
los Sacramentos que nos da su gracia salvadora. Que la flor del Carmelo nos
proteja y con su amor maternal nos lleve a Dios.
Pbro. Ramón Reinaldo Bravo