LA
ORACIÓN:
ALGO
PRIORITARIO EN LA ESPIRITUALIDAD
Pbro.
Angel Yván Rodríguez Pineda
Lucas 11:1-13
Hoy en día muchos
cristiano, en lo que a espiritualidad se refiere, están vacíos y faltos de
poder, insípidos y desprovistos del verdadero gozo que Dios ha provisto.
Romanos 15:13 nos dice:
"Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo".
La iglesia primitiva
estaba llena del Espíritu Santo, llena del poder de Dios; entonces, ¿Por qué
nosotros no podemos desear y tener esa misma llenura? ¿Acaso ya no creemos que
Dios actúe con el mismo poder saturador, con el cual actuaba en los primeros
creyentes?
La clave que tenemos
que descubrir es el poder de la oración, eso nos permitirá ser llenos del
Espíritu Santo (Lucas 11:13). Naturalmente que esta acción se complementa con
la obediencia (1 Juan 3:22, 23; Hechos 5:32).
Ahora bien, hay que
considerar que demasiados católicos tratan de obedecer los mandamientos con sus
propias fuerzas, pero nunca lo logran porque se dejan vencer fácilmente. Se
lucha desesperadamente para no caer en el mismo pecado, pero resulta un
esfuerzo inútil, pues se sigue fracasando.
La
alternativa es la oración. 1 Pedro 5:7 dice: "Echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de nosotros". En
los siguientes versículos (8,9) nos dice que tenemos que ser sobrios y
vigilantes. La clave que él menciona es "velad", es decir, estar
siempre alertas, constantes y fervientes en la oración. Fíjense en las promesas
de Dios cuando oramos de todo corazón (2 Crónicas 7:14).
Por otra parte, se
supone que los cristianos siempre tenemos una línea telefónica abierta con
Dios, una línea que nunca es interrumpida. Pero la pregunta que surge es, ¿Por
qué entonces muchos cristianos no oran? ¿Acaso consideran un ejercicio inútil
porque no reciben respuestas? Lo más seguro es que no estamos siendo sinceros
con Dios. El salmista nos aconseja (62:8): "Derramad delante de él vuestro
corazón". Vemos que debe existir un matiz de sinceridad. Isaías 29:13
complementa este pensamiento al decir que Dios está cansado de que nos
acerquemos a él sólo con palabras, cuando en verdad nuestro corazón está lejos
de él.
Muchos creen que Dios
sólo actúa en emergencias, pero Dios no puede ser manipulado por el hombre. Él
sabe que si sólo da y la persona sólo recibe, jamás existirá una relación
íntima y significativa. Él desea nuestra entrega absoluta, de corazón sincero y
llenos del Espíritu Santo.
Miren lo que dice
Santiago 4:3. A veces oramos mal, pidiendo lo que no nos hace falta; más bien,
debemos buscar la voluntad de Dios y él contestará conforme a nuestra
necesidad. Una clave más para asegurarnos de recibir lo que pedimos está en
Lucas 18:7,8. Es la insistencia, la perseverancia hasta que él actúe. Entonces
si él no nos contesta pronto, evaluemos nuestra vida para saber si realmente
estamos andando bien con el Señor y si estamos pidiendo lo correcto.
Además, la oración
nunca sirve únicamente para pedir algo a Dios, debemos enfocar también la
adoración, las acciones de gracias, el perdón de nuestros pecados y muchas
otras cosas más.
De ahí que el apóstol
Pablo nos da un desafío en 1 Tesalonicenses 5:7, al decir: "Orad sin
cesar". En Romanos 12:12
también dice: "Constantes en la oración".
Por otro lado en
Hebreos 4:16 leemos: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro".
Tengamos siempre en
mente a los grandes hombres de Dios, que fueron grandes por el poder de la
oración, como es el caso de Daniel, David, Jesús y Pablo.
Mateo
6:5-15
Muchas veces hablamos
de conceptos, necesidades y responsabilidades, pero muy pocas veces de cómo
llevarlo a cabo, cómo ponerlo en práctica. Decimos que es importante orar,
porque la oración es algo vital, es lo prioritario, pero lo cierto es que no
sabemos cómo desarrollar este precioso ministerio.
Podemos afirmar que un
gran porcentaje de cristianos entran en su lugar de oración, buscando la
presencia de Dios, pero no saben qué hacer ni qué decir. Oran en voz alta, pero
como no están acostumbrados a oír su voz cuando están a solas, resulta en algo
incómodo y este tiempo precioso de oración se termina.
Recuerdo que un hermano
testificó diciendo que fue a su lugar secreto de oración y que oró por todas
las cosas que pudo recordar, estuvo en oración hasta que sintió que había
estado orando como una hora, entonces se levantó y al mirar el reloj, descubrió
que solamente había pasado diez minutos.
Quizá es el caso de
muchos, ¿Saben qué descubrí con eso? Muy contados cristianos pueden estar una
hora completa en oración, sin interrupción, allí en la presencia de Dios.
Hermanos, si nosotros
no estamos orando, no podemos profesar amar a Dios, porque amar demanda dedicación
de tiempo. Amar envuelve la expresión de afectos y alabanzas a Dios,
permitiendo que él consuma nuestro tiempo. Quizá tomará algún tiempo
desarrollar una verdadera relación de amor con Dios, pero puede ser una meta,
porque hay que entender que ninguna cantidad de servicio puede tomar el lugar
de oración.
Por propia experiencia
sé que es más fácil predicar sobre la oración que orar, es más sencillo
escribir sobre la oración que orar, es más simple hablar de la oración que
orar. En síntesis, he encontrado que hacer cualquier cosa en mi vida cristiana
me es más fácil que orar. Esto nos da una pista: el diablo odia la oración con una
intensidad increíble, ¿Por qué? Porque en la oración estamos en compañerismo
con Dios y recibimos fortaleza de Dios. En la oración nuestros
espíritus se unen en comunión y establecemos una relación de amor con Dios. En
consecuencia, el diablo luchará contra nuestra vida de oración más que ninguna
otra cosa.
Ahora
bien, enfoquemos algunos principios fundamentales:
1. La vida espiritual
del creyente no crecerá ni estará por encima de su nivel de oración.
En otras palabras, en
el mismo grado en que oremos estará nuestra vida espiritual. Quizá podremos
tener momentos de avivamiento y consagración, pero después bajaremos al mismo
nivel de nuestras oraciones.
2. Nuestro nivel de
discipulado se equipara con nuestro nivel de oración.
Mucho se ha dado la
impresión de que un discípulo de Jesús puede desarrollarse por medio de la
lectura de un libro, tomando cursos por aquí y por allá, pero olvidándose de la
vida de oración. Sin embargo, resulta que nuestro nivel de discipulado se
equipara con nuestro nivel de oración.
3. La vida de oración
de una comunidad, movimiento de apostolado es igual a la vida de oración de sus
miembros.
¿Cómo puede una
comunidad desarrollar un programa regular de oración entre gente que no ora, o
que no le gusta orar? Podemos inventar métodos para orar, hacer cultos de
oración, pero luego bajaremos al nivel de nuestras propias oraciones. Ningún
programa de oración que la iglesia ofrece sustituye nuestra vida de oración
personal.
4. Su visión de la
oración determina la práctica de los principios bíblicos en su vida.
Hay
en la Biblia tres casos de oración que me dejan siempre sorprendido:
El primero lo
encontramos en el libro de Ezequiel, donde aparece Dios examinando la tierra y
vio que la gente, los sacerdotes y los profetas estaban en pecado. Todo andaba
mal y no parecía haber esperanza para la nación (Ezequiel 22:30). ¿Qué es lo que Dios buscaba? Buscaba a alguien quien
se interpusiera entre la gente impía y rebelde y el Santo Dios. El Señor
buscaba un hombre de oración y la respuesta fue: "Y no lo hallé"
(Ezequiel 22:31a).
El segundo es en la
vida de Abraham, con quien el Señor había hecho un pacto. Dios había escuchado
el clamor contra Sodoma y Gomorra y dijo: "No haré nada contra aquellas
ciudades hasta que no hable con Abraham". Entonces Abraham actúa con
astucia proponiendo acciones a Dios y le dice: (Génesis 18:24-33). Vemos que un hombre de oración estaba intercediendo
por dos ciudades, hizo lo imposible para que Dios no destruya Sodoma y Gomorra.
El tercer caso tiene
que ver con una experiencia de Moisés. El Señor dijo: "¿Hasta cuándo he de
aguantar a este pueblo? Los quitaré de en medio y empezaré de nuevo con otra
gente". Moisés no contestó: "Señor, pienso que es la mejor idea que
has tenido, me buscaré un lugar apropiado y desde allí observaré cómo los
destruyes".
Moisés dijo:
"Señor, no lo hagas, yo te pido que perdones a este pueblo por amor a
mí". Luego Dios respondió: "Yo los he perdonado conforme a lo que tú
has dicho". ¡Así de grandiosa es la oración! (Números 14).
Necesitamos ajustar
nuestra idea a la grandeza de la oración. A veces pensamos que la oración es
únicamente para quienes tienen tiempo de sobra, pero Dios se deleita en la
oración de los justos y nos invita para que participemos en su soberanía por
medio de la oración. Jeremías 33:3 dice: "Clama a mí y yo te responderé y
te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces".
5. La única manera de
aprender y desarrollar una vida de oración es orando.
En Mateo 6 encontramos
a Jesús enseñando sobre la oración. Él suponía que sus discípulos oraban,
entonces les dijo: (Mateo 6:5-7). Jesús contesta tres preguntas básicas en este
pasaje: cuándo orar, dónde orar y cómo orar.
¿Cuándo orar? Tiene que
ser una parte regular de nuestras vidas. En Lucas 18:1 habla sobre la necesidad
de orar siempre y no desmayar. ¿Dónde orar? "Entra en tu aposento",
es decir un lugar privado de oración. No busquemos un lugar en medio del
tráfico o mientras oímos música en alto volumen.
¿Cómo hacerlo? (Mateo
6:9-13). Su intensión no fue que usáramos esta oración para repetirla sin
ningún sentido, sino para que tengamos un modelo. Lo primero que Jesús dijo
fue: "Padre nuestro". Esto indica nuestra relación con Dios y con los
hermanos en Cristo, (necesidad de estar en paz con todos).
"Santificado sea
tu nombre". Muestra la necesidad de alabarle y adorarle. Versículo 10,
desear su venida y que mientras tanto reconozcamos su señorío, su grandeza y su
poder. Versículo 11, recién en este momento empieza la lista de peticiones;
muchos creemos que la oración solamente sirve para pedir, pero no es así.
Versículo 12, la necesidad del perdón, en la misma medida en que nosotros la
hacemos, asimismo debemos pedirla al Señor. Versículo 13a., la necesidad de
protección. Versículo 13b., muestra que una oración debe comenzar y terminar
con alabanza y acciones de gracias.
En conclusión, la
oración funciona, algo ocurre cuando empezamos a orar, cuando comenzamos a
tomar en cuenta a Dios. Detengámonos un momento y digamos, ¿Estoy teniendo una vida regular de oración?
Si no lo estoy teniendo, entonces pongámonos como meta y comprobaremos cómo
Dios contesta nuestras oraciones.