MOSÉN SOL:
UNA CAUDAL DE LA GRACIA DE DIOS PARA EL BIEN DE LA
IGLESIA
Los
santos, como nosotros, no solo son bautizados, sino también peregrinos. Hablar
de algún Santo, Beato, Venerable o Siervo de Dios, es transitar en la historia
por todo su peregrinar y estela de bien que la Iglesia reconoce públicamente.
El peregrinar del santo le exige salir de
algún lugar y hacer un recorrido
perfectamente señalado que garantice llegar a una meta perfectamente señalada
por los designios de Dios.
Mosén Sol, aspiró a la santidad con
todas sus fuerzas. Y su vida trazó un camino que desembocaría en hechos
concretos de su santificación: sus accione, sus encargos dados por Dios, su
exigencia y sus obras.
La santidad concebida por el Beato
Mosén sol fue la expresión de su amistad perfecta entre el deseo inspirado por
Dios y la ejecución de dicho deseo en acciones concretas.
Sin equivocación podemos decir que todo el
afán apostólico de Don Manuel, fue inspirado por Dios, aceptado por él y
confiado en su divina asistencia. Así lo expresaba en sus momentos más acuciantes:
“Solo
cinco minutos delante de Jesús Sacramentado es fuente de claridad, sosiego y
paz interior”
Hablar
de Mosén Sol, es reconocer el Amor a la
Eucaristía, al sacerdocio y al cuidado y
fomento de las vocaciones sacerdotales y laicales. Tres claves que definen
su vida y obra al servicio de la Iglesia.
ü Amor a la Eucaristía:
Toda la vida
y los intereses espirituales de
Mosén Sol estaban centrados en Jesús –Eucaristía. Los intereses de Dios como le
gustaba tanto definir estaban centrados en su amor (enamorado) en Cristo
presente en la Eucaristía. La Eucaristía fuente, presencia de Cristo entre
nosotros. Su amor a la Eucaristía, fue hecho testimonio en su corazón. Deseó
ser siempre esa lámpara viva encendida en cada sagrario.
ü Amor al sacerdocio: Lo
afirmaba constantemente: El bien de la Iglesia será siempre recibido de un
clero Santo. Con afirmada claridad y exigencia a la vida sacerdotal: “ El
sacerdote no es un funcionario, sino un testigo de los misterios de Dios,,,(…)
Si el sacerdote no proyecta llegar a ser santo, más vale que se haga
carbonero”. El sacerdocio para Don Manuel supone la exigencia suprema de la
perfección, es decir alcanzar la santidad. Exclamaba continuamente: ¡hay tanta
falta de sacerdotes santos en el mundo! Los malos sobran por todas partes…
ü Fomento de las
vocaciones sacerdotales y laicales: Los operarios
sabemos que providencial fue, para Don Manuel, el encuentro con el seminarista
Ramón Valero.. allí vio claro su ideal: dar pan, amor ilusión y formación a los
futuros sacerdotes. Fue un camino que le señalaba a Mosén Sol trabajar en la
formación del clero. Lo cual lo cataloga como la llave de la cosecha.
Que mensaje nos daría
hoy Mosén Sol:
1. Que
busquemos el Amor de Dios en la fuente de la Eucaristía
2. Ser
promotores vocacionales en nuestros ambientes y asistamos a las vocaciones con
oración y manutención. Unos oran, otros colaboran, otros los forman.
3. Cultivar
la pida de piedad en la juventud desde
la primera escuela de espiritualidad que es la familia.
4. Ocúpense
que sus sacerdotes seamos santos. Ayúdenles alcanzar la santidad.
“No
sabemos si estamos destinados a ser rio caudaloso, o si hemos de parecernos a
la gota de rocío que envía Dios en el desierto a la planta desconocida. Pero, más
brillante o más humilde nuestra obligación es cierta no estamos destinados a
salvarnos solos”.