viernes, 15 de marzo de 2019



LA NECESIDAD DE ARREPENTIRSE
"¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!" (Mt 4,17).

Pbro. Angel Yvan Rodriguez



“El Señor ha hecho en mi favor maravillas, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón”. (Lucas 1, 50-51)
Si mirando al cielo, abandonamos la soberbia y somos capaces de decir: “Siento una gran pena por haber hecho algunas cosas malas, y por haber dejado de hacer algunas cosas buenas; no dejo se arrepentirme de todos mis pecados y mis faltas, desde las más insignificantes y por supuesto, las más grandes; hace mucho que deseo cumplir el compromiso de no hacer algo que ofenda al hombre, porque todo lo que es faltar a los hombres, también es faltar a Dios; hace tiempo que he querido cambiar, y para esto, es necesario mi arrepentimiento y de corazón, estoy muy arrepentido y siento dolor en el alma, por haber pecado”, estamos confiando en la misericordia divina, con la confianza de Jesús, que le dijo al paralitico; “Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados” (Lucas 5,20)
El hijo que regresa arrepentido, parábola del hijo prodigo; “Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti” (Lucas 15,18), es una gran ejemplo de la confianza en la misericordia del Padre. El arrepentirse requiere transformación y exige un cambio de actitud, además es una experiencia necesaria para llegar a conocer a Jesucristo, en otras palabras quien no se arrepiente, por mucho que intente conocerle, no lo podrá conocer ni podrá ir al Reino de los Cielos. Jesús dijo "¡Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.  (Mateo 4,17).
El no arrepentirse, es vivir esclavizado en la mentira, y ser esclavo es carecer de libertad, y Dios nos quiere libres y para ser libre, debemos ser consecuentes con la Palabra del Señor, que;  “decía pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: Si se mantienen en mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos, y conocerán la verdad y la verdad les hará libres”.  (Juan 8, 31-32). Jesús, nos otorga la gracia de liberarnos de la esclavitud del pecado, para eso debemos comenzar por el arrepentimiento, es así como Jesús respondió a los judíos: “En verdad, en verdad les digo: todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Sí, pues, el Hijo les da la libertad, serán realmente libres”. (Juan 8, 34-36) Es así, como el arrepentimiento es el camino hacia la libertad. Es Palabra del Señor.
El amor al arrepentimiento, es el odio al pecado, este tipo de odio, es un sentimiento de rechazo y antipatía que nos podemos permitir. El arrepentimiento es el primer paso al camino con el encuentro con el Señor. El arrepentimiento es reconciliarse con Dios, es desear vivir para Dios.
Reflexionando sobre el abatimiento que produce vivir en pecado, me hace tener la convicción plena que todo el mundo necesita arrepentirse, ¿alguien se siente libre de culpas?, frente a esta pregunta que hizo el Señor, todos se retiraron y nadie fue capaz de condenar. (Cfr. Juan 8-3-10). Pero para reconocerse creyente, para ser honesto con Dios, debemos reconocernos como pecadores, y si decimos que no tenemos pecado ¿hasta qué punto estamos diciendo la verdad?. La sentencia del Evangelista San Juan, nos interpela duramente: “Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros”. (1 Juan 1, 8) Confesar nuestras faltas, es buscar la amistad de Jesús, y es querer limpiarnos de nuestras impurezas: “Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia”. (1 Juan 1, 9). Por otra parte, no se puede predicar el Evangelio y vivir distinto a él, quien lo haga, finge cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene. Lo peor, es que no estamos siendo consecuentes con su Palabra: “Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros”. (1 Juan 1, 10). Es decir,  su Palabra no habita en nosotros, no conoce nuestro corazón.
Pero Jesús conoce bien los corazones arrepentidos de sus faltas. En cualquier etapa de nuestra vida que le mostremos a Jesús un corazón arrepentido, le daremos la oportunidad al Espíritu Santo para comenzar su obra, y nuestra vida comienza a cambiar.  El arrepentimiento es un cambio en la forma de pensar y ver las cosas, es un cambio en la mente y en el corazón.
Como cristianos, estamos llamados para dar testimonio de vida en nombre de Jesús. Pero nuestro testimonio debe incluir un estilo de vida que sea coherente entre lo que decimos y lo que hacemos, entre lo que predicamos y lo que practicamos, si no es así, tenemos un nombre para nosotros, el mismo que Jesús le dijo a los fariseos, “Hipócritas”.
Luego que Jesús completo su experiencia de los cuarenta días en el Desierto, Comenzó a predicar y a decir: "¡Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado.  (Mateo 4,17). Es así como los Evangelios llevan implícito el arrepentimiento. Si Jesús nos pide esto, ¿Por qué nos debe avergonzar que sea necesario arrepentirnos? En efecto, si amamos los evangelios, entonces amamos arrepentirnos.
Juan Bautista, predicaba, “Den, pues, fruto digno de conversión”,  (Mateo 3,8), entonces el arrepentimiento del Evangelio verdadero, tiene que ser acompañado por sus frutos. Jesús nos dice “Por sus frutos los conocerán”. (Mateo 7,16), y así también luego nos agrega “Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.” (Mateo 7,17). En otras palabras, si confesamos creer en los Evangelios, no olvidemos que Jesús nos dice, esa misma sentencia que repetimos el miércoles de ceniza;  "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértete y cree en el Evangelio”. (Marcos 1,15) Es así, como Jesús nos predica un evangelio que invita al arrepentimiento.
Dios nos quiere arrepentidos, porque él quiere que sus hijos se salven. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.  (1 Timoteo 2, 3-4). La misericordia de Dios es asombrosa y es para todos los hombres, sin discriminación. El mismo Pedro quedo sorprendido, así lo comenta; “Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos a Dios? Al oír esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: Así pues, también a los gentiles les ha dado Dios la conversión (el arrepentimiento) que lleva a la vida.  (Hechos 11, 17-18)
Cuando el Señor nos pide el arrepentimiento, lo hace para salvarnos, para que podamos ser libres, para que glorifiquemos su nombre. El pecado tiene sus penas y el arrepentimiento sus alegrías. En efecto, el pecado es aflicción y dolor en el alma, el arrepentimiento es gozo. Pablo nos dice; “Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. (2 Corintios 9, 7-8) y También Pablo expone a los Corintios: “Ahora me alegro. No por haberlos entristecido, sino porque aquella tristeza les movió al arrepentimiento. Pues ustedes se entristecieron según Dios, de manera que de nuestra parte no han sufrido perjuicio alguno. En efecto, la tristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; (2 Corintios 7, 9-10) El Beneficio fue producido por el arrepentimiento, la salvación y liberación del mal. Con todo, Dios no quiere que sintamos pena y lástima por nuestra propia desgracia.  En lugar de eso quiere bendecirnos y recompensarnos cuando le respondemos por medio del arrepentimiento, si lo hacemos seremos liberados y entraremos en el gozo de nuestra salvación.
Dios Padre nos ama, Dios Hijo nos ama, por eso nos llama al arrepentimiento. Aceptemos este llamado del Señor, él sabe que luchamos para arrepentirnos, él nos ayudara con su gracia. El arrepentimiento es una decisión de que tenemos fe en la salvación que nos trajo Jesús, de confianza en la Misericordia de Dios. ¿El Beneficio de arrepentirse?, la vida eterna, el acceso al Reino de los Cielos.


lunes, 4 de marzo de 2019


LA CUARESMA Y LOS POLÍTICOS.
LAS TRES TENTACIONES DE JESÚS Y LAS TENTACIONES DE LOS POLÍTICOS

Pbro. Ángel Yvan Rodríguez Pineda



En las Lecturas de Cuaresma el Evangelio nos presenta tres tentaciones que enfrentó y superó Jesús. Eran tentaciones que querían desviarlo de su misión como Mesías al servicio del Pueblo. Y esas mismas tres tentaciones aunque las tenemos todas las personas de modo especial las enfrentan los políticos. ¿Podrán vencerlas?
1ª tentación: El provecho propio. Si eres Mesías, si eres dirigente, haz que estas piedras se conviertan en pan para saciar no el hambre del Pueblo, sino tu propia hambre. Es la tentación de usar su mesianismo en su propio provecho. No se busca en primer lugar la voluntad de Dios, el Amor y la Justicia, sino que en primer lugar se ven las necesidades personales del dirigente. Jesús multiplicó los panes, pero para el Pueblo y no para él mismo.
Y ¡Cuántos políticos usan su poder en beneficio propio! No ven las necesidades del Pueblo con hambre, sino que ellos que ya están hartos, acumulan más y más bienes, mejores y mejores salarios en dólares.
2ª tentación: El Prestigio. El tentador invita: Si eres el Mesías, tírate de lo alto del Templo. Muéstralo en obras llamativas, prodigiosas, de prestigio. Ese Mesías sería muy distinto del que nos presenta Isaías y encarna Jesús, o sea sería muy distinto del Mesías Servidor Fiel y humilde que está dispuesto a dar la vida.
Pero ¡cuántos políticos lo que buscan es la fama, el prestigio, el renombre, el aparecer en las inauguraciones de los centros de lujo o lo que buscan es que por sus buenas y desinteresadas obras les llamen bienhechores!
3ª tentación: El Poder. Satán promete: te daré la riqueza y el poder sobre las naciones, si postrándose me adoras. La respuesta de Jesús es tajante: solamente al Señor adorarás. Y en la última cena Jesús lava los pies a los discípulos y nos dice que “El no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate. El que quiera ser el primero que se haga el último y el servidor de todos los demás”. Y Jesús nos advierte:” no sean como los reyes que oprimen al Pueblo y todavía quieren que les llamen Bienhechores”.
Estas 3 tentaciones son tentaciones de todo dirigente y quizá más de los dirigentes políticos: Usar su puesto, su cargo, su influencia en primer lugar en beneficio propio, buscar la fama y el prestigio antes que el bien del Pueblo, y buscar y sacrificar todo para tener más riquezas y más poder. Y estas tentaciones ¿qué tan vigentes están hoy en Nicaragua? La Cuaresma y en especial la Semana Santa son un llamado de Jesús a convertirnos, a cambiar nuestros pasos y a no caer en la tentación. Y son también un llamado a no ser pasivos o indiferentes cuando los dirigentes sociales, religiosos o políticos caigan en esas tentaciones y opriman al Pueblo.
De caer en esas 3 tentaciones, Líbranos  Señor.