ENTRE
LO SENCILLO ANDA DIOS
Pbro.
Ángel Yvan Rodríguez P
«A los seis meses, Dios
envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, a visitar a una joven
virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José,
descendiente de David. La virgen se llamaba María». Lucas 1.26–27.
La escena
trascurre entre la mayor sencillez posible; nada extraordinario a la simple y
común apariencia humana: un pueblo cualquiera de la vieja Galilea, una mujer
joven (una de las tantas que vivían en Nazaret) y un noviazgo entre la joven y
uno de los carpinteros del pueblo. Con este telón de fondo ocurre lo
extraordinario (lo que está más allá de lo cotidiano): un ángel anuncia el
nacimiento del Hijo del Altísimo
Por cierto, todas las escenas de la Navidad son
protagonizadas por gente común; ocurren en lugares periféricos sin destacada
resonancia cultural o política. El Hijo del hombre no nace en los palacios del
rey, ni en los alrededores del gran templo. El nacimiento de Jesús no se
respalda por una sofisticada campaña publicitaria, ni por técnica alguna de
esas que abundan hoy en los medios religiosos. Ni vestidos llamativos, ni
lugares reconocidos, ni gente famosa. Así decidió Dios hacerse un ser humano y
así desarrolló su plan de redención. Dios anda entre lo sencillo y a la gente
sencilla la convierte en instrumentos de su Reino. Lección para tener en cuenta
en medio de nuestros afanes de mercadeo eclesiástico y festividades
adelantadas.
Para
seguir pensando:
«El
niño de Belén, el joven desconocido de Nazaret, el predicador rechazado, el
hombre desnudo en la cruz, él pide mi atención completa. La tarea de nuestra
salvación se lleva a cabo en medio de un mundo que continúa gritando y
abrumándonos con sus demandas y promesas. Pero la promesa se esconde en la rama
que saldrá del tronco, una rama a la que nadie le presta atención».
Henry Nouwen
Oración:
Para que el Espíritu
nos haga personas agradecidas que podamos descubrir las señales de la gracia de
Dios en los sucesos más cotidianos y sencillos de esta vida.