EL HOMBRE NUEVO: CRISTO RESUCITADO
Pbro. Ángel Yván Rodríguez Pineda
¿Por qué la cruz es victoriosa? No por sí misma, sino por aquel que la ha llevado, Jesús consigue en ella la victoria sobre el odio, origen de muerte. Él lo vivió todo, incluso la muerte, en el amor. Viviendo el amor hasta el extremo, acaba por incorporarse al Padre, desde el mal que se había sumergido. Él es primer hombre que pasa de la muerte a la vida, porque ha amado. Sólo el amor, cuando se llama Dios hecho hombre, triunfa de todo. Después de él, también nosotros somos transformados: pasados de la muerte a la vida. Porque amamos. Entonces la gloria transfigura su humanidad. La vida nueva es la vida en el amor y la justicia. Es imperecedera.
Viviendo en Cristo Resucitado, podemos recuperar nuestras vidas, nuestra vocación y puesto en el mundo, sin la vivencia de ser seres resucitados, nuestra vida, nuestros planes y proyectos humanos son sólo una ruina. Debemos descubrir en Cristo Resucitado las fuentes de la verdadera libertad, la cual consiste en amar a Dios sobre todas las cosas. El Resucitado se convierte en el hombre perfecto y en él toda la humanidad es conducida a Dios.
En Cristo Resucitado, la experiencia espiritual termina su proceso. La Pascua concluye el proceso de salir de sí, que comenzó en el inicio de los días de conversión y cambio de la cuaresma que hemos vivido. Cristo Resucitado se nos presenta como el modelo que ha logrado vivir en su humanidad la vuelta de todas las cosas a Dios en una libertad verdadera. Nosotros nos revelamos en él, logrando con él, mediante su cruz, elevar las cosas hacia Dios. El impulso del Espíritu suyo en nosotros continua. A través de la Iglesia, presente, Cristo hace entrar en la gloria a los que le pertenecen.
Alegría, unidad, espíritu apostólico, amor fraterno, sentido de Iglesia, éstos son los frutos de autentica experiencia de la Pascua en Cristo Resucitado. La Resurrección es el punto culminante que ilumina todo, la vida, la historia personal, el pasado y el presente. Iluminados por la gracia de la Pascua, Cristo nos sale al encuentro por todas partes. Es también la Resurrección una presencia nueva imposible de poder captar la comunidad de vida en el Espíritu.