jueves, 24 de enero de 2013






EL MISTERIO DEL DOLOR CRISTIANO

Pbro. Ángel Yván Rodríguez Pineda




            Ante el hombre y sus problemas actuales, los Padres del concilio Vaticano II se preguntaban: “Cuál es el sentido del dolor, del mal y de la muerte, que, a pesar de tan grandes progresos, subsisten todavía?” (GS 10). Es la pregunta que se han hecho  los hombres de todos los tiempos, sin encontrar a ella respuesta satisfactoria.
            Solución complicada a este problema –siempre a la luz de la fe- se nos da en el misterio de Cristo. “En Cristo y por Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte que, fuera del Evangelio nos aplasta”.
            Bajo la influencia del Espíritu de Dios, los sabios de Israel se plantearon el problema del sufrimiento del justo en relación con la justicia divina y su providencia sobre el mundo. Todavía en caso de los más alejados de la experiencia de Dios, el dolor puede entenderse como fruto de una vida y castigo de las malas acciones. Mas, tratándose de los justos, de los inocentes, de los niños….
            El libro de Job, muchos salmos (22 35 37 38 69) y un pasaje notable de la Sabiduría son testimonio de ello. En presencia del misterio inexplicable, nos invitan a permanecer en la fidelidad a Dios.
            La sagrada Escritura, por demás, nos enseña que la causa radical de todo sufrimiento humano está en el pecado del hombre (Gn 3,16-19; Rom. 5,12). En los libros del Antiguo Testamento encontramos una serie de datos iluminadores del problema.
            Apoyados en el testimonio de la Palabra de Dios podemos hacer las siguientes afirmaciones:
            Dios castiga a los pecadores con el sufrimiento y la desgracia (Gn.4,11; 11,1-9; Num. 12,1-10) Por medio del dolor los llama a la conversión (2Sam 11,12; 1Re.21. Mac.7,32-38.Sab. 11-12)
            El sufrimiento educa al hombre. En la angustia, el creyente recuerda a Dios y solicita su ayuda.(Jue. 3,7-11; 6,1-10: Job.33,12-30; Sal 32, Is. 63,10-11).
            En virtud de la solidaridad, el castigo del pecado r-padres, reyes, sacerdotes- se traduce en sufrimiento para toda una familia o para un pueblo entero. ( Gn.9,25-25; 49,3-7; Ex.32,21; 2Sam. 21,1). Esto no contradice la responsabilidad personal ante Dios. (Ez.18).
            Es también el dolor signo de predilección. Amigos e instrumentos de Dios acrisolados por el sufrimiento fueron Abraham (Gn.22,1-19) José (Gn.37-39) Moisés (Ex 2,11-15), Jeremías (Jer.36-38) y otros muchos personajes bíblicos.
            La revelación definitiva del misterio del dolor se nos ha hecho en Jesucristo, prefigurado por el Siervo de Yahvé. “El Señor descargó sobre él la culpa de todos nosotros..Por sus desdichas justificará mi siervo a muchos y las culpas de ellos Él soportará” (Is.53,6-11). Sus padecimientos sentidos de expiación, son instrumentos de redención.
            La vida cristiana es comunidad de vida con Jesucristo y participación en sus sufrimientos. “Vivir en Cristo significa padecer con Cristo para ser con Él glorificado. (Rom. 8,16-17; 2Cor 1,15, Gál.2,18-20; Flp 1,29-30).
            Para el discípulo, cuya suerte no puede ser mejor que la de su Maestro (Mt.10,24-25; Jn. 15,20), el dolor sigue siendo instrumento de purificación y de expiación por los pecados, llamada constante a la fidelidad. Más por su incorporación al cuerpo de Cristo, sus sufrimientos alcanzan valor de redención. (Col.1, 24).
            El cristiano sabe que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que ha de manifestarse en nosotros.(Rom.8,18). “ En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna”.(2Cor.4,17).
De esta manera lo que fue signo de ira y exigencia de justicia, por obra de Jesucristo se ha convertido para el hombre en motivo de consuelo y en bienaventuranza evangélica.(Mt.5,10-12; Gál.6,14; 1Pe.4,12-16). En medio de las tristezas del mundo presente, el dolor cristiano es signo de amor y esperanza. ( Mt.5,1-12; Hech. 5,4; Rom. 5,3-5. 2Pe.1,